Como el doctor García está convencido “de que estamos en el centro del universo”, y no obstante de que somos tristes porque no venimos –entre otros- de “antropófagos primitivos” como nuestros hermanos colombianos, parece ser este un buen momento para darle recetas económicas a Barack Obama.
Así que el doctor García le ha enviado al presidente de los Estados Unidos una carta dándole una específica sugerencia para afrontar la crisis económica que, simultáneamente, sigue considerando pasajera y fácilmente superable.
Lo que el doctor García ha propuesto es que los Estados Unidos aporten mil quinientos millones de dólares para un aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo.
El despacho de la agencia oficial de noticias “Andina” cita textualmente al doctor García:
“Creo, señor presidente, que un aumento de capital, que en el caso de Estados Unidos no superaría los 1,500 millones de dólares a pagar en varios años, y que el Perú está dispuesto a acompañar aumentando su participación y su aporte, sería fundamental...”
Bueno, imagino que lo primero que va a hacer Obama es encargar una respuesta protocolar a tan gentil envío.
En segundo lugar, si el asunto llegara a interesarle con la intensidad que el doctor García espera, quizá mande a preguntarle al embajador de los Estados Unidos en Lima qué es lo que piensa de la sugerencia de tan eminente líder hemisférico.
Así que el doctor García le ha enviado al presidente de los Estados Unidos una carta dándole una específica sugerencia para afrontar la crisis económica que, simultáneamente, sigue considerando pasajera y fácilmente superable.
Lo que el doctor García ha propuesto es que los Estados Unidos aporten mil quinientos millones de dólares para un aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo.
El despacho de la agencia oficial de noticias “Andina” cita textualmente al doctor García:
“Creo, señor presidente, que un aumento de capital, que en el caso de Estados Unidos no superaría los 1,500 millones de dólares a pagar en varios años, y que el Perú está dispuesto a acompañar aumentando su participación y su aporte, sería fundamental...”
Bueno, imagino que lo primero que va a hacer Obama es encargar una respuesta protocolar a tan gentil envío.
En segundo lugar, si el asunto llegara a interesarle con la intensidad que el doctor García espera, quizá mande a preguntarle al embajador de los Estados Unidos en Lima qué es lo que piensa de la sugerencia de tan eminente líder hemisférico.
El embajador se verá en aprietos. Porque, para ser prolijo, tendrá que contarle a su presidente que el mandatario del Perú es el que hace unas semanas sostenía que esta crisis se arreglaba rápido, que el Perú estaba blindado ante ella y que todo se resolvería en dieciocho meses a lo sumo.
También tendrá que decirle que el doctor García acaba de sostener, ante un grupo de banqueros de la región, que la actual crisis está siendo sobreestimada tanto en Europa como en los Estados Unidos, que muchos se están asustando más de la cuenta y que, en el fondo, se trata “de una crisis de velocidad”.
Llegado a este párrafo, el embajador estadounidense tendrá que explicar, en un pie de página de letra menuda, qué puede interpretarse de esa frase salida del intelecto siempre inusitado del doctor García.
Y la verdad es que podrá hacer poco al respecto. Porque lo que el doctor García cree –y lo ha dicho explícitamente más de una vez- es que la rapidez con la que se ha extendido la crisis se debe “a la interconexión computacional de la economía y la información globalizada”, argumento que podría enloquecer a un economista, convertir en asesino serial a un historiador de la crisis de 1929 y que sólo un gramático generativo podría intentar desentrañar.
En fin, que el embajador consultado tendrá que decirle a Barack Obama que la sugerencia de los 1,500 millones de dólares como aporte de capital al BID resulta extrañamente modesta para alguien que ha sostenido textualmente lo siguiente:
“Dios me ha dado la capacidad de convencer a las personas...”
El Perú es, según el doctor García, “uno de los centros del mundo”.
Y si desde este centro del mundo, desde esta fortaleza victoriosa sale una carta con tamaña sugerencia anticrisis lo menos que podría hacer Obama es ponerse a trabajar en ello –y de inmediato-.
A no ser que, frívolamente, le preocupen mucho más bagatelas como la quiebra inminente de la industria automotriz estadounidense, el zarpazo brutal que la riqueza de todas las naciones está sufriendo, o el anuncio catastrófico que ayer mismo ha formulado el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick: “el comercio mundial caerá un 6,1 por ciento en el 2009”.
¿Qué pueden ser estas minucias planetarias frente a la idea de aumentar el capital del Banco Interamericano de Desarrollo?
¿O serán más importantes, para hablar de pequeñeces subregionales, los impedimentos arancelarios que Ecuador les ha puesto a nuestras exportaciones y la ola de proteccionismo importado que puede arrasar con el libre comercio en América Latina?
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